viernes, 15 de agosto de 2008

Efectos secundarios

Continuando con todas aquellas situaciones que nuestro cerebro no es capaz de comprender, queremos exponer una que nos causa especial confusión (despistación).

Para ilustrarlo mejor, nos disponemos a contarles una conmovedora historia.

Había una vez, una pequeña fulanita feliz que, por cierto, era soltera y en esos tiempos ahora sí que como dicen por ahí, ni un resfriado pescaba y hasta el aire buscaba la manera de no encontrarse frente a frente con ella. Ahhhhh pero todo cambió (entónece como la canción de Camila) cuando de manera sorpresiva e inesperada, un fulanito que también era feliz y también era soltero fue a atravezarse en su camino y a partir de ese día empezaron una doblemente feliz relación. Al siguiente día algo mágico sucedió pues resulta que todos comenzaron a andar "sobres".

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué pasa eso? ¡Que alguien nos explique!

Dicen las malas lenguas que se debe a varias razones. Una de ellas establece que cuando un macho (bien macho) ve que una fulanita está con alguien, entonces le cae el 20 de que esa criaturita que dejó ir (varias veces) sí vale la pena después de todo. Otras más fumadas presumen que cuando uno está en una relación se despiden ciertas sustancias que atraen a las personas del sexo opuesto. Por último está una razón mucho más egoista y por lo tanto más humana. Consiste en que cuando vemos que alguien que solía querer con nosotros, ahora anda sobres de otro especimen, es nuestro orgullo y no nuestro corazón el que se siente gravemente herido y entonces pensamos: "¿por qué, si era mí@?" y tratas inútilmente de recuperar algo de su atención.

Saludos cordiales

La Guayaba y la Tostada

El complejo "motita"

¡Hemos vuelto! Así es, la Guayaba y la Tostada resurgen de sus cenizas (o de las vacaciones) y vienen más filosas que nunca.

Bueno, entrando en materia... De entre los fenómenos inexplicables que hemos revisado en este blog, existe uno que desafía las leyes de la física y del imaginario popular: los hombres tienen un comportamiento totalmente contrario al de los chicles. ¿Por qué? Porque si un chicle se adhiere a una superficie determinada, al momento en que alguien trata de removerlo, éste va cediendo. PERO en el caso de los hombres, entre más tratas de desafanarlo, más se te pegan y por el contrario, mientras más los persigues, más te sacan la vuelta.

¿Todavía no lo creen? Ilustremos la situación con algunos ejemplos cotidianos.

Primer caso: Ya hasta perdiste la cuenta de cuántas veces has bateado al mismo sujeto y por alguna extraña e incomprensible razón, el inocente e ingenuo personaje aún conserva en el fondo de su pequeño y feliz corazón la sutil esperanza de que algún día cambiarás de opinión (o de gustos) y te fijarás en él.

Segundo caso: Ya hasta perdiste la cuenta de cuántas veces has sido bateada por el mismo beisbolista, y por más que juras y perjuras que ya no le vas a volver a hablar y que lo vas a borrar del MSN, del Facebook y de tu celular, lejos de hacerlo estás conectada todo el día esperando a que en algún momento se dé cuenta que estás en línea y cuando por fin, POR FIN, te concede un mísero "hola" te comienzan a temblar las patitas y se te acelera el corazón, pero tú mantienes la pose y le contestas: "ay, ¿hace mucho que te conectaste? No te había visto".

Tercer caso: Lamentamos decirte que si has llegado a este punto eres una enferma mental que gusta de stalkear a la gente y luego todavía te preguntas por qué no te pelan. Sucede algo similar al caso anterior, es decir, te pasas todo el bonito día en línea esperando a que aparezca y cuando por fin lo hace piensas para tus adentros: "ahorita me saluda". Cuano ya han pasado aproximadamente 30 minutos y aceptas por fin que no sucederá, recurres a dar doble click sobre su contacto y escribes un espontáneo "hola". Es imoportante aclarar que esto sucede con una frecuencia alarmante.

Saludos cordiales

La Guayaba y la Tostada